El costo de oportunidad de cualquier decisión es aquello a lo que se renuncia al tomar dicha decisión. Racionales o no, las personas toman decisiones todo el tiempo, y esas decisiones tienen costos. En este sentido, la educación superior no es la excepción: los jóvenes y adultos inmersos en este ámbito se enfrentan, al menos, a dos tipos de costos de oportunidad.
El primero de ellos es la decisión de entrar o no a la universidad. Frente a esta decisión, el costo de oportunidad de enrolarse en una universidad generalmente es la posibilidad de acceder al mercado laboral. El joven y adulto que decide entrar a la universidad bien podría cuestionarse: y si en lugar de esto, ¿empiezo o mantengo mi carrera dentro del mercado laboral? ¿Y si después todo es más difícil? ¿Y si no aprendo lo que realmente afuera se requiere?
El segundo costo de oportunidad se encuentra sin duda en la decisión de la carrera. En este sentido, el joven y adulto que eligió la carrera de Derecho podría cuestionarse: ¿Qué es lo que estaré dejando de aprender en esta carrera? ¿Qué otra cosa podría aprender en la Licenciatura en Administración Pública o en Ciencias Políticas?
Tomar la mejor decisión es algo que se torna difícil, debido principalmente a la falta de información completa. Se vuelve muy complicado tomar una decisión basada en información exacta que permita anticipar cuál es la carrera más valorada por los empleadores, y más difícil es tomar esa decisión basada en los ingresos laborales futuros. Además, entran en juego factores más relevantes como lo son la cultura, las tradiciones familiares y las habilidades desarrolladas previamente.
Lo anterior se complejiza teniendo en cuenta que vivimos en un mundo que se mueve a pasos agigantados. Los cambios sociales, económicos, tecnológicos y medioambientales actuales son acelerados y constantemente evidencian la devaluación de capacidades y conocimientos requeridos para contribuir y ser parte de las sociedades de cambio. Sabemos, por ejemplo, que las empresas cada vez demandan más habilidades digitales y relacionadas con el trabajo en equipo, así como habilidades para la vida, como lo es el hecho de mantener las inquietudes intelectuales o la capacidad de seguir aprendiendo.
Frente a los cambios acelerados y los costos de oportunidad que enfrentan los jóvenes y adultos que deciden, y pueden, enrolarse en la educación superior, se vuelve imperante la necesidad de promover y crear ofertas educativas formales y no formales que se ajusten constantemente a lo que la sociedad demanda; que ofrezcan alternativas reales de aprendizaje para la vida; y que a la vez faciliten la recuperación de trayectorias educativas, y que sean flexibles en cuanto a la posibilidad de combinar estudio y trabajo.
Queda mucho por hacer por el lado de la oferta en educación superior, y los desafíos pasan, sin duda, por entender al mundo, sus cambios, y cómo ello incide en las decisiones de los jóvenes y adultos.
Fue una decisión difícil de tomar ya que, esta decisión movía toda mi vida familiar, laboral y personal pero siempre pensada en un objetivo el cual era tener un beneficio a futuro y una satisfacción personal, sabiendo que mis conocimientos no están frescos y que me costaría trabajo decidí seguir adelante, muchos dirán que es una perdida de tiempo pero creo que todo depende del ángulo que se mire
En mi caso, el costo de oportunidad, fue salir de mi zona de confort. Mi tiempo estaba dedicado al trabajo de 8 a 10 horas y el resto era disfrutar a las nietas, dormir, salir de paseo y organizar la casa.
Ahora, al estudiar, dedico minimo 3 horas diarias a la escuela, casi todo el sábado .
Sin embargo, me siento satisfecha, estoy aprendiendo muchas cosas que me ayudan a crecer profesionalmente y como persona. Me he relacionado con gente nueva, fuera de mi circulo habitual.